Crónicas de asfalto
“Cuando viajo en auto tengo la sensación de seguridad y la experiencia
de la tranquilidad”
Aunque pareciera un promocionar
de auto no lo es, o bueno se los ganamos a los publicistas automotrices.
Ciertamente no es el auto y mucho
menos si lo manejas o no, es el inicio del camino y el trascurso del mismo, su
continuación y su culminación.
Para los que amamos el camino,
para los que odiamos enamorarnos del camino, para los que odiamos la lluvia con
excepción de las veces que tenemos llantas nuevas y una carretera libre, porque
sólo así se disfruta el trayecto “libres”.
Todos tenemos esa experiencia,
desde el eterno pasajero hasta el corredor más experimentado de estar dentro de
un auto e introducirse en los caminos.
No sé por qué las mujeres guapas
tienen tendencias a ser interesadas, menos es mi comprensión cuando gustan de
hombres con carros que poco o nada conocen, pero incluso ellas tienen su
atractivo, que decir de las mujeres manos al volante que te enamoran y te
acompañan en el carril continuo.
O para los cumpleaños ahogados en
ron en los que juramos no beber una gota sólo para que el amigo con el BMW de su padre nos entregue las llaves.
Esos viajes con los amigos, a la
escuela, a las casas, al siguiente estado o a la siguiente aventura cortar que
después se convierte en la anécdota de cada reunión.
En lo particular sueño despierto
con el día que me den mi primer carro a de agencia, completamente modesto sin
mucha ventilación, pero completamente mío. Con el que explorare las tormentosas
calles y carreteras de México, mi país inexplorado sólo para romper una o dos
fronteras con nuestros vecinos. Sera mi hogar, mi cama y mi confidente mientras
oigo el radio milla por milla.
Pero claro de vez en cuando tengo
esa fantasía de salir de mi casa y ver cada mañana mi Lamborghini Centenario esperándome. A la altura correcta del
volante, con mi estación de radio predilecta y con el tanque lleno listo para
iniciar el camino.
Ver esos lejanos días de ser el
quinto dueño de un transporte que sólo dios sabe cómo aún sigue devorando
kilómetros (o los kilómetros devorándolo a él). Esos días con tu PlayStationOne
jugando gran Gran Turismo o si
fuiste de la generación Grand theFT auto
y por fin cumplías tu sueño de robar un Ferrari y hacerlo tuyo.
Si tienes algo en común con lo
que acabas de leer, bienvenido amante del camino y conocedor de la velocidad.
Gusto culposo: comparar un auto
con la chica que te gusta. Ejemplo: Esa chica, que sueñan los ilusos con
dominar y ciertamente sería un crimen intentarlo, que es el Mustag 68 de tu vida, una obra de arte,
con finas y delicadas curvas pensadas en llegar más lejos, siendo contados y
muy pocos los que lo aprecian, los que ciertamente le dan la dedicación y el
tiempo para conocer sus límites. Por supuesto para llegar aún más lejos, pero
aún así juntos e inseparables en todo el proceso. Y ciertamente en ambos casos te
das cuenta que sólo puedes conservarla si estas sobrio. “No voy a beberme mi
dinero para luego verlo irse por el caño”, si se lo preguntan vale la pena.
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